PREGUNTAS FRECUENTES

Preguntas y respuestas acerca de Alcohólicos Anónimos

Preguntas y respuestas acerca de Alcohólicos Anónimos

Estas preguntas y respuestas fueron proyectadas para quienes están interesados en A.A. para sí mismos, para un amigo o pariente o simplemente porque desean estar mejor informados acerca de esta comunidad poco común. A continuación se incluyen las respuestas a muchas de las preguntas frecuentes sobre A.A.
Después de leer estas respuestas, puede que usted tenga algunas preguntas que no hayan sido contestadas completamente. Si en su localidad hay un grupo de A.A., sus miembros tendrán mucho gusto en darle información adicional. En caso de no existir un grupo de A.A. cercano a su localidad, comuníquese con la Oficina de Servicios Generales (O.S.G.) de A.A., Bellavista N° 0330, Providencia, Santiago - Chile o al número +56227771010, con la seguridad de que no divulgaremos su nombre.

P: ¿Qué es el alcoholismo?

R: Hay diversas y muy distintas interpretaciones del alcoholismo. La explicación que parece más sensata a la mayoría de los miembros de A.A. es que el alcoholismo es una enfermedad, una enfermedad progresiva que no puede curarse pero que, al igual que muchas otras enfermedades, puede contenerse. Yendo aún más allá, muchos de los A.A. opinan que esa enfermedad es la combinación de una alergia física al alcohol y una obsesión por la bebida, que impide a quien la padece tener en cuenta sus consecuencias, y que es imposible contenerla con sólo la fuerza de voluntad.
Antes de haber sentido la influencia de A.A., muchos alcohólicos que no pueden dejar de beber se consideran moralmente débiles o, en algunos casos, se sienten víctimas de algún desequilibrio mental. A.A. cree que los alcohólicos son más bien enfermos que pueden mejorar de su dolencia siguiendo un programa sencillo y que ha resultado eficaz para más de dos millones de hombres y mujeres.
Una vez que el alcoholismo se ha apoderado de un individuo, no puede decirse que la víctima esté cometiendo una falta moral. En ese estado, el alcohólico no puede valerse de su fuerza de voluntad, porque ya ha perdido la facultad de decidir si usa el alcohol o si se abstiene de él. Lo importante, entonces, es hacerle frente a la enfermedad y valerse de la ayuda que se le brinda para combatirla. Debe además existir el deseo sincero de recuperarse. La experiencia ha demostrado que el programa de A.A. resulta eficaz para cualquier alcohólico que tenga sinceros deseos de dejar la bebida; generalmente no produce resultados para el hombre o mujer que no esté absolutamente seguro de querer dejar el alcohol.

P: ¿Cómo puedo saber si soy verdaderamente alcohólico?

R: Sólo usted puede tomar esta decisión. A muchos de los actuales miembros de A.A. les habían dicho que ellos no eran alcohólicos, que sólo necesitaban más fuerza de voluntad, un cambio de ambiente, más descanso o algunas distracciones nuevas para recuperarse. Finalmente se dirigieron a A.A. porque sentían sinceramente que el alcohol los había derrotado y que estaban dispuestos a probar cualquier cosa que los librara del incontrolable deseo de beber.
Algunos de esos hombres y mujeres sufrieron terribles experiencias a causa del alcohol antes de estar dispuestos a admitir que el alcohol no les convenía. Se volvieron negligentes, robaron, mintieron, estafaron, y hasta mataron en medio de sus borracheras. Abusaron de sus patrones y de sus propias familias. Perdieron toda noción de responsabilidad en sus relaciones sociales. Malgastaron su caudal material, mental y espiritual.
Otros muchos que tuvieron experiencias menos trágicas también se dirigieron a A.A. No estuvieron nunca presos ni hospitalizados. Sus excesos en la bebida habían sido notados apenas por los miembros de la familia y por los amigos más cercanos.
Pero sabían lo suficiente acerca de la bebida para reconocer los síntomas del alcoholismo y saber que se trataba de una enfermedad progresiva. No deseaban participar en esa clase de progreso. Entre los A.A. se dice que no hay tal cosa como ser un alcohólico a medias, y sólo el individuo mismo puede decir si para él el alcohol se ha convertido en un problema incontrolable.

P: ¿Puede un alcohólico volver a beber “normalmente”?

R: Hasta donde ha podido determinarse, ningún alcohólico ha vuelto a dejar de serlo. El solo hecho de haberse abstenido del alcohol durante varios meses o años, nunca ha sido suficiente para que un alcohólico pueda beber “normalmente” o socialmente. Una vez que el individuo ha traspasado la frontera entre beber mucho y beber irresponsablemente, no puede volver atrás.
Pocos son los alcohólicos que deliberadamente tratan de beber hasta hallarse en apuros, pero los apuros y molestias parecen ser la consecuencia inevitable que espera a los alcohólicos. Después de abstenerse por algún tiempo, puede pensar que no corre peligro experimentando con unas cuantas cervezas o unos pocos vasos de vino suave. Puede engañarse con la falsa idea de que si sólo bebe un poco con las comidas, evitará meterse en problemas. Pero no tardará en verse nuevamente en las garras del alcohol, aunque con toda sinceridad desee limitarse a beber con moderación y en reuniones de sociedad.
La respuesta, basada en la experiencia de A.A., es que quien es alcohólico nunca será capaz de controlar el alcohol durante un período de tiempo apreciable. Eso deja abiertos dos caminos: dejar que la enfermedad siga empeorando progresivamente, con todas sus terribles consecuencias, o abstenerse totalmente del alcohol y desarrollar una nueva manera de vivir constructivamente.

P: ¿No puede un miembro de A.A. beber ni siquiera cerveza?

R: Naturalmente, en A.A. no existen preceptos de carácter obligatorio y nadie vigila a los miembros para cerciorarse de si están bebiendo o no. La respuesta a esta pregunta es que si un individuo es alcohólico no puede arriesgarse a tomar alcohol en ninguna forma. El alcohol no deja de ser alcohol aunque esté en la forma de un martini, un whisky con soda, un brandy con agua, una copa de champaña o un vaso de cerveza. Para un alcohólico, una bebida alcohólica en cualquier forma puede ser demasiado, y veinte tragos de licor pueden no bastarle.
Para asegurarse de su sobriedad, el alcohólico tiene que abstenerse totalmente del alcohol, sin que para nada importe la cantidad y sin que influyan la mezcla y el grado de concentración que se crea capaz de soportar.
Claro está, que muy pocos son los que pueden emborracharse con sólo una o dos botellas de cerveza. El alcohólico lo sabe tan bien como cualquiera. Puede hasta convencerse de que apenas va a tomarse dos o tres cervezas y no más durante el día. En algunas ocasiones puede incluso seguir ese programa durante varios días o semanas. Pero eventualmente llega a la decisión de que ya que está bebiendo más vale “hacer las cosas bien hechas” y va aumentando la cantidad de vino o de cerveza, o se pasa a un licor fuerte y, antes de darse cuenta, vuelve a estar donde había empezado.

P: Yo puedo dejar de beber por un tiempo entre una y otra borrachera; ¿Cómo puedo saber si necesito a A.A.?

R: La mayoría de los A.A. dicen que todo está en cómo se bebe y no en la frecuencia con que se bebe. Muchos bebedores pueden pasar semanas, meses y hasta años entre una y otra borrachera. Durante sus períodos de sobriedad puede que hasta ni siquiera piensen en el alcohol. Sin hacer gran esfuerzo mental o emocional, pueden tomar o no tomar, y prefieren no tocar el alcohol. Luego, por alguna razón inexplicable, o incluso sin razón, se entregan a una borrachera prolongada. Dejan a un lado su oficio, descuidan la familia y demás deberes cívicos y sociales. La borrachera puede durar apenas una noche o prolongarse por días o semanas. Cuando pasa, la víctima se siente débil, llena de remordimiento, resuelta a no dejar que vuelva a ocurrirle semejante cosa. Pero, es seguro que volverá a ocurrirle. Este tipo de borracho, que pudiéramos calificar de “Intermitente”, sorprende no sólo a quienes le rodean sino que se sorprende él mismo. No puede comprender cómo es que interesándole tan poco el licor durante largos períodos de tiempo, llega el momento en que basta con que empiece a beber para que pierda todo el dominio de sí mismo.

P: ¿Si me hago miembro de A.A., no lo sabrá enseguida todo el mundo?

R: El anonimato es y ha sido siempre la base del programa de A.A. Después de ser miembros por algún tiempo, la mayoría de los A.A. no tienen inconveniente en que se sepa que se han unido a una sociedad que les ayuda a permanecer sobrios. Tradicionalmente los A.A. nunca revelan su asociación con el movimiento a través de la radio, la prensa o cualquier otro medio de publicidad. Y ninguno de ellos tiene el derecho de revelar la identidad de ningún otro de los miembros. Eso quiere decir que los recién iniciados pueden tener la seguridad de que sus nuevos amigos no divulgarán lo que sepan en relación con sus problemas como bebedores. Los miembros antiguos del grupo comprenden lo que sienten los recién llegados y recuerdan sus propias dudas y el temor que sentían de ser identificados públicamente con la aterradora palabra de “alcohólico”.

P: ¿Existen reglamentos en A.A.?

R: La ausencia de reglamentos y disposiciones de carácter obligatorio es una de las cualidades más singulares de A.A. como grupo local y como asociación de alcance mundial. No hay estatutos que digan que un miembro tiene que asistir a determinado número de reuniones durante cierto período de tiempo.

P: ¿Cuánto cuesta ser miembro de A.A.?

R: Para ser miembro de A.A. no es necesario hacer gastos de ninguna clase. El programa de recuperación de los alcohólicos está a la disposición de cualquiera que desee dejar de beber, bien sea que carezca en absoluto de dinero o que posea millones. En la mayoría de los grupos locales se “pasa el sombrero” en las reuniones para sufragar los gastos de arriendo y pagar los artículos que se consuman durante las reuniones tales como café, jugos, galletas o cualquier otra cosa que se sirva. En la gran mayoría de los grupos, parte del dinero que se obtiene por contribuciones voluntarias pasa a la Oficina de Servicios Generales de A.A. y se destina a ayudar al sostenimiento de los servicios nacionales e internacionales de la sociedad. Ese dinero se emplea exclusivamente para los servicios destinados a la ayuda de los grupos nuevos o ya establecidos y para difundir el programa de recuperación entre “los millones de alcohólicos que aún no lo conocen”. La sociedad de A.A. se sostiene por sí misma y no acepta contribuciones de fuentes ajenas.

P: ¿Quién dirige A.A.?

R: A.A. no tiene gerentes ni personal directivo con poderes o autoridad sobre los demás miembros de la Comunidad. En A.A. no hay “gobierno”. Claro está, sin embargo, que incluso en una organización informal hay que hacer cierta clase de trabajos. En los grupos locales, por ejemplo, alguien tiene que encargarse de conseguir un lugar apropiado para las reuniones; es necesario planear las reuniones y sus programas; se requiere proveer café y refrescos, que tanto contribuyen a hacer más agradable el ambiente durante las reuniones; muchos grupos también consideran conveniente asignarle a alguno la responsabilidad de mantener el contacto con el desarrollo nacional e internacional de A.A. Cuando un grupo local está recién organizado, algunos de sus miembros asumen voluntariamente la responsabilidad de actuar informalmente como servidores del mismo. Tan pronto como se puede, sin embargo, esas responsabilidades van pasando, por elección, a otros miembros del grupo y por períodos de tiempo limitado. Así, la respuesta a la pregunta de “¿quién dirige A.A.?” es que la sociedad es una organización democrática que no tiene gobierno general y cuya organización formal se mantiene al mínimo.

P: ¿Es A.A. una sociedad religiosa?

R: A.A. no es una sociedad religiosa, porque a sus miembros no se les exige ninguna creencia religiosa como condición para su ingreso. A pesar de que la asociación ha recibido la aprobación y el respaldo de muchos clérigos, no está aliada con ninguna organización o secta. Entre sus miembros se incluyen católicos, protestantes, judíos, practicantes de otras religiones, así como también ateos y agnósticos. El programa de recuperación de A.A. tiene indudablemente como base la aceptación de ciertos valores espirituales. Cada miembro, como individuo, puede libremente interpretar esos valores como mejor le plazca, o ni siquiera pensar en ellos, si así lo desea.

P: ¿Cómo hace una persona para unirse a A.A.?

R: Nadie “se une” a A.A. en el sentido usual de la expresión. No es necesario llenar una solicitud. (En realidad, muchos de los grupos ni siquiera tienen lista de miembros). No hay que pagar cuota de matrícula ni contribuciones de ninguna clase. La mayoría de las personas se asocian a A.A. con sólo asistir a las reuniones de un grupo local. Su introducción puede ocurrir de varias maneras. Puede que, habiendo llegado al punto en que sinceramente querían dejar la bebida, se hayan puesto en contacto voluntariamente con A.A. llamando a la oficina local de A.A. o visitando el sitio web de A.A. Otros pueden haber sido llevados a un grupo local de A.A. por un amigo, un pariente, un médico o un consejero espiritual. Generalmente, un recién llegado a A.A. tiene oportunidad de hablar con uno o más de los miembros locales antes de asistir a su primera reunión. Tiene oportunidad de informarse sobre cómo A.A. les ha ayudado a esas personas. Obtiene información sobre el alcoholismo y A.A. que puede ayudarle a determinar si está o no sinceramente preparado para dejar el alcohol. El único requisito para ser miembro es querer dejar la bebida. A.A. no hace cruzadas para conseguir nuevos miembros. En caso de que después de asistir a varias reuniones, el recién llegado decida que no le conviene seguir, nadie lo instará a que continúe en la Comunidad. Puede que se le diga que considere imparcialmente lo que debe hacer, pero nadie tratará de convencerlo de nada. Sólo el alcohólico mismo, y por sí mismo, puede decidir si necesita o no unirse a A.A.

P: ¿Qué son las “recaídas”?

R: De vez en cuando se da el caso de que se emborracha un hombre o una mujer que ha logrado la sobriedad por intermedio de A.A. Para Alcohólicos Anónimos, una reincidencia de esa clase se conoce generalmente como una “recaída”. Puede ocurrir durante las primeras semanas o los primeros meses de sobriedad, o aun después que el alcohólico ha logrado permanecer sobrio varios años. Casi todos los A.A. que han tenido esa experiencia dicen que su “recaída” se debe a causas específicas. Intencionalmente olvidaron que habían admitido ser alcohólicos y fueron víctimas de un exceso de confianza en cuanto a su capacidad para manejar el alcohol. O dejaron de ir a las reuniones y de asociarse con otros A.A. O se preocuparon demasiado por sus negocios o asuntos sociales y olvidaron lo importante que para ellos era conservar la sobriedad. O se dejaron fatigar y cayeron por haber debilitado sus defensas mentales y emocionales. En otras palabras, la mayoría de las “recaídas” no son cosas que simplemente sucedan.

P: ¿Qué es el “programa de las veinticuatro horas”?

R: “El programa de las veinticuatro horas” es una frase que se usa para describir el enfoque básico de A.A. al problema de permanecer sobrio. El A.A. nunca promete dejar el alcohol de por vida. Nunca hace promesas de que “mañana” no se tomará un trago. Al acudir a A.A. en busca de ayuda ya se ha dado cuenta de que, no importa lo sincero que haya sido en prometerse a sí mismo abstenerse de ingerir alcohol “en el futuro”, por una u otra razón, se olvidó de sus promesas y se emborrachó. Su deseo incontrolable por la bebida resultó más poderoso que sus buenas intenciones de no volver a tocar el alcohol. El A.A. reconoce que su principal problema es mantenerse sobrio ¡ahora! Estas veinticuatro horas son el único período a que puede comprometerse en cuanto a la bebida concierne. Ayer ya pasó. Mañana nunca llega. “Pero hoy”, dice el A.A., “hoy no probaré alcohol. Puede ser que mañana sienta la tentación de tomar, y tal vez tome. Pero mañana es cosa de la cual me preocuparé cuando le llegue su turno. Mi problema importante es no beber alcohol durante estas veinticuatro horas”. Junto con el programa de veinticuatro horas, A.A. le da gran importancia a tres dichos que seguramente el recién llegado ha oído muchas veces antes de unirse a A.A.: “Poco a poco se va lejos”, “Vivir y dejar vivir” y “Haz primero lo primero”. Haciendo que estos refranes sean una base de su actitud hacia los problemas de la vida cotidiana, el A.A. activo se ayuda eficazmente en sus intentos de vivir bien sin el alcohol.

P: ¿Me ayudará A.A. económicamente?

R: Muchos alcohólicos, cuando ya se dirigen a A.A. en busca de ayuda para su problema alcohólico, han tenido la oportunidad de acumular considerables problemas económicos. No es extraño, por eso, que algunos abriguen la esperanza de que A.A. pueda ayudarles en alguna forma a aliviar sus compromisos de dinero más apremiantes. La respuesta básica de esta pregunta es que A.A. existe para un solo objetivo que en ninguna forma está relacionado con la prosperidad material o con su ausencia. Nada prohíbe que cualquier miembro de un grupo le brinde comida a un recién llegado, le obsequie un traje o le haga un préstamo. Eso es una cuestión que queda a la discreción del individuo. No obstante, sería erróneo que algún alcohólico tuviese la idea de que A.A. es una organización de caridad.

P: ¿Me ayudará A.A. a enderezar mis asuntos de familia?

R: El alcohol es un factor que frecuentemente complica la vida en familia, empeorando los pequeños disgustos, sacando a relucir los defectos de carácter y acarreando problemas de dinero. Cuando buscan la ayuda de A.A., muchas personas se encuentran ya en medio de la peor confusión en cuanto a su familia. Algunos recién llegados, repentinamente conscientes de su propia contribución al caos, se dedican con fervoroso entusiasmo a corregir sus defectos y retomar su vida normal de familia. Otros, con o sin razón para ello, continúan amargamente resentidos con los miembros de sus familias. Casi sin excepción, los recién llegados que se aplican con sinceridad en el programa de A.A., logran enmendar la confusión que reina en sus familias. Los lazos que unen al alcohólico honrado con su familia parecen adquirir más consistencia que antes. En algunas ocasiones, naturalmente, el daño ha sido irreparable y se necesita formular un enfoque completamente nuevo de la vida familiar. Pero generalmente la historia tiene un desenlace feliz. La experiencia parece indicar que el alcohólico que se dirige a A.A. sólo para estar bien con la familia, no porque sinceramente desea dejar de beber, puede experimentar muchas dificultades antes de lograr la sobriedad. Siempre debe venir primero el deseo sincero de dejar el alcohol. Una vez lograda la sobriedad, el alcohólico encontrará que muchos de los problemas que más le acosan en su vida cotidiana pueden ser enfocados de una manera realista, y con probabilidad de ser resueltos.

P: ¿Tiene A.A. hospitales o casas de reposo para los alcohólicos?

R: No, “A.A. no tiene hospitales ni casas de reposo” para los alcohólicos. Tradicionalmente nunca se brindan servicios ni facilidades patrocinadas por A.A. Conservando la tradición de evitar prestar los servicios que otros pueden dar, A.A. evita cualquier posible equivocación con respecto a su objetivo primordial que es el de ayudar a los alcohólicos que acuden en busca de una nueva vida sin el alcohol. Una nueva manera de vivir Una manera de vivir no puede describirse: es necesario experimentarlo. La literatura descriptiva que se funda en amplias generalidades inspiradoras deja forzosamente muchas preguntas sin contestación, y puede que muchos lectores no queden completamente satisfechos de haber encontrado lo que buscaban o necesitaban. Por otra parte, un catálogo de la mecánica y los detalles de un programa de un modo de vivir, puede mostrar apenas en parte su valor.A.A. es un programa para un nuevo modo de vivir sin alcohol, un programa que está dando resultados eficaces para muchas decenas de miles de personas que lo aceptan y lo aplican con honradez y sinceridad. Está funcionando en todo el mundo para hombres y mujeres de toda clase y condición. Tal vez estas respuestas hayan contestado las preguntas principales formuladas y sin formular que usted pueda haber tenido en relación con A.A. Y tal vez haya otras preguntas que se puedan contestar, sólo sobre la base de la experiencia de A.A. con el problema del alcoholismo. Si usted tiene alguna de esas preguntas que hacer, no vacile en comunicarse con algún grupo de A.A. de su comunidad o de sus cercanías

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Fuente Folleto:
Preguntas Frecuentes acerca de A.A.